Un día se levanto de la cama, se miro al espejo y se dio cuenta que algo había cambiado, ya no tenía esas ojeras que la acompañaban a diario ni el dolor de cabeza que hacía días no la dejaba de torturar. Se veía como un ser lleno de luz, de vida sintiendo la certeza de sus pasos.
Una mañana de martes como la de ayer ella se dio cuenta que no tenía de que temer o huir, camino por la banqueta segura de sí misma iba asombrada de poder ver de nuevo la luz del sol asomándose entre las hojas del árbol, respiro profundamente y se dio cuenta que podía sonreír.
Una noche de jueves él se despertó con sobresalto, sabía que algo no andaba bien, sabía que ella se había ido no podría verla más... se levantó de la cama y corrió descalzo por las escaleras, salió y estaba nevando y aún con los pies congelados llego a la puerta de ella y sabía que ella ya no estaría ahí solo su envase lo esperaba...
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